Historia

“Un pibito rubio”

“Yo era presidente de la comisión de Menores de la Asociación Argentina de Tenis, que dirigía entonces el doctor José B. Casás. Había ido a Mar del Plata a participar de la organización de un campeonato en el Club Náutico cuyo presidente, el escribano José Roque Vilas, era amigo mío. Me llamó la atención el juego que tenía el hijo de Vilas, un pibito rubio que se desplazaba en la cancha con mucha seguridad.”

El relato pertenece al escribano Juan José Vásquez, quien ayudó al joven tenista a dar los primeros pasos en los torneos de Buenos Aires. Poco después, el joven Vilas ingresó al Club como socio jugador. Se incorporó en agosto de 1967 y durante los primeros años se alojó en diversas ocasiones en las habitaciones ubicadas debajo de la Tribuna Central.

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Guillermo Vilas en 1969, durante un Sudamericano, con la Tribuna Central al fondo.

“No se parece a nadie”

En 1968, Vilas ganó la prueba de singles del Orange Bowl, torneo que se disputa todos los años en Estados Unidos y del que participan más de 300 jugadores de ambos sexos menores de 18 años. Derrotó en la final al mexicano Emilio Montaño. En la semifinal había dejado atrás a James Scott Connors, Jimmy, por 6-4 y 6-4. Al año siguiente, Vilas y Ricardo Cano, también socio del Buenos Aires, conquistaron el título de Campeones de Dobles. En 1970, el equipo de juveniles integrado por Vilas, Cano y Graetz se consagró Campeón Sudamericano en Uruguay.

Era la primera vez que Argentina lograba ese título. El juego de Vilas llamaba la atención por su potencia y su personalidad. “Guillermo no se parece a nadie. No copia los golpes de ningún otro jugador”, decía Cano.

 

 

 

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Vilas en una entrega de premios en el BALTC en 1967 junto a Federico Barboza, Presidente.

En 1971, Vilas -tenía 19 años- alcanzó el primer puesto del ranking nacional de Caballeros. En octubre de ese año, el equipo formado por Vilas, Ganzábal, Cano y Romani ganó la Copa Mitre; hacía 11 años que la Argentina no lograba ese triunfo.Al año siguiente, Vilas ganó por primera vez el Campeonato del Río de la Plata. Lo volvió a ganar en 1974, en 1975 y en 1977. Ganó cinco veces consecutivas, de 1973 a 1977, el Campeonato de la República. Sus triunfos y su personalidad lo transformaron en un ídolo popular, hecho inusitado hasta entonces para un jugador de tenis.

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Sus primeros autógrafos, en 1967, debajo de la Tribuna Central del Buenos Aires.